
Pensemos bien, no conocíamos ni nuestros nombres,
y de un momento a otro pasamos a saber todo del otro.
Ese deseo, nos llevaba a entregarnos cada segundo
y nos enseñaba que eramos uno, y el tiempo nos llevaría a complementarnos.
Cada sentimiento quedo plasmado en palabras,
palabras que no voy a olvidar, que no voy a cambiar.
Dijimos lo justo y necesario, para fortalecernos mutuamente
y poder reconocer que la distancia y el tiempo son dos cosas fundamentales.
Pero a pesar del espacio entre medio de los dos,
podemos dejar en claro algo mas.
Nos pertenecemos, aunque otros nos posean,
nos deseamos, aunque otros nos contengan.
Y mientras seguimos esta locura por amor,
la vida nos enseña paso a paso como son las cosas.
Y aquí, la única enseñanza que puedo detectar
es que sin conocimiento el amor se marchita.
Tan vivo al principio, tan nada al final,
agradezco cada palabra dicha,
y cada sueño en donde juntos
solíamos participar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario