jueves, 22 de enero de 2009

- Isabella - pronuncio mi nombre completo con cuidado al tiempo que me despeinaba el pelo con su mano libre; un estremecimiento recorrí mi cuerpo ante ese roce fortuito -. No podría vivir en paz conmigo mismo si te causara daño alguno - fijo su mirada en el sueño, nuevamente avergonzado -. La idea de verte inmóvil, pálida, helada... No volver a ver como te ruborizas, no ver jamas esa chispa de intuición en los ojos cuando sospechas mis intenciones... Seria insoportable - clavo sus hermosos y torturados ojos en los mios -. Ahora eres lo mas importante que he tenido nunca.
La cabeza empezó a darme vueltas ante el rápido giro que había dado nuestra conversión. Desde el alegre tema de mi inminente muerte de repente nos estábamos declarando. Aguardo, y supe que sus ojos no se apartaban de mi a pesar de fijar los mios en nuestras manos. Al final, dije: - ya conoces mis sentimientos, por supuesto. Estoy aquí, lo que, burdamente traducido, significa que prefería morir antes que alejarme de ti - hice una mueca -. Soy idiota.
- Eres idiota - acepto con una risa -.
Nuestras miradas se encontraron y también me reí. Nos reímos juntos de lo absurdo y estúpido de la situación.
- Y de ese modo el león se enamoro de la oveja - murmuro.

No hay comentarios: